Hace ya 18
años el mundo del periodismo perdió a una leyenda. Un ejemplo a seguir para
muchos periodistas deportivos. Alguien que dio todo por su trabajo, y por
semejante dedicación, su trabajo le devolvió el favor de conocer al mundo. Con ustedes Luis
Alfredo Sciutto, mejor conocido como Diego Lucero. Logró forjar un “periodismo
para pocos” con fuertes amistades y conexiones importantes, todo gracias a la
fuerza de voluntad y convicción. Falleció el 3 de junio de 1995 en City Bell,
pero creo que vale la pena contar el recorrido a lo largo de sus 92 años de
vida.
Diego Lucero (así se había autonombrado con un pseudónimo) nació el 14 de junio de 1901 en Bella Vista, Uruguay. Desde muy chiquito estuvo ligado al fútbol, pero no fue a la escuela por su clase social baja y eso lo llevó a empezar a trabajar a los 10 años. Así debió conseguir su primer ingreso económico, y por aquél entonces pegaba etiquetas en botellas de agua.
Pero
también supo ser un gran proyecto de futbolista. Proyecto y no realidad porque
una lamentable lesión de meniscos lo obligó a dejar el deporte. Casualidad o no, eso le abrió las puertas para introducirse en el periodismo. En su
corto lapso en el fútbol jugó en Suárez Fútbol Club, Bella Vista, Lito Fútbol
Club, Nacional y también actuó para la selección uruguaya.
Su primera
crónica la escribió en 1924 para el diario Tribuna Popular. Seis años más tarde
fundó la Radio Sport en Montevideo. En su país natal fue corresponsal de Radio
Carve y Diario El Pueblo. Durante la guerra civil española trasmitió la entrada
del general Francisco Franco a Madrid. En varias ocasiones estuvo cerca de ser
fusilado, pero sus intensas gestiones diplomáticas con funcionarios de países
europeos le salvaron la vida. Más adelante, en 1942 se radicaría en Buenos Aires.
En su llegada al país Lucero trabajó para el Diario Crítica y 3 años más tarde
se incorporaría al Diario Clarín como cronista deportivo y de política
internacional.
A partir de
ahí, el “botija” no paró de realizar entrevistas de enorme calaña a nivel
mundial. Por sus notas pasaron enormes personalidades como Juan Domingo Perón,
Joseph Goebbels, Federico García Lorca, Pablo Picasso, Indira Gandhi, Albert
Camus, Benito Mussolini, Pelé y el ya mencionado Francisco Franco. Como si
fuera poco cubrió eventos resonantes como Roland Garros o Wimbledon, y su primera
experiencia en Europa fue cuando acompañó a un remero uruguayo al Mundial de
1934.
Pero sin
duda su carta de presentación e inigualable récord fue el de haber acudido a 14
mundiales de fútbol (todos consecutivos entre 1930 y 1994). Estuvo presente en
el primero de todos (su querida Uruguay). Luego vino el Mundial de Italia. Su presencia en las
copas del mundo de Francia y Brasil se dio por casualidades de la vida y
picardía charrúa. De ahí en adelante, hasta Estados Unidos en 1994, su
presencia en los mundiales se dio casi por necesidad e invitaciones tanto de
trabajo como simples pedidos de amistad.
Por sus
extraordinarios servicios a favor de la difusión del fútbol, la FIFA lo premió
con la medalla de oro al mérito en 1984, 1986 y 1993. En 1990 fue jurado de los
premios Konex al deporte. Cuatro años más tarde en Mar del Plata le entregaron
el Premio Lobo de Mar (homenaje al deporte y la cultura) y el mismo año recibió
una mención especial de la CONMEBOL en Paraguay.
Diego
Lucero tenía un estilo muy propio y una verdadera manera distinguida de
escribir. Eso llamaba siempre la atención a la hora de leer algo suyo. Quienes
lo conocieron mejor lo recordaban por el uso que le daba a su “lenguaje del
tablón”, algo adquirido con años de experiencia dentro y afuera de una cancha.
Ese peculiar lenguaje lo llevó a convertirse en Miembro de Honor de la Academia
del Lunfardo y también a ser incorporado a la Academia Porteña del Lunfardo. Entre
sus libros publicados se destacan “Déjala Juan, anécdotas deportivas”, escrito
en 1932, y “Siento ruido en la pelota”, escrito en 1975.
Hoy en día
existe un museo en la ciudad de La Plata, donde Luis Alfredo Sciutto solía
vivir. Allí el escritor ha dejado todos sus recuerdos durante sus últimos años
de vida para poder llevar a cabo cierto homenaje. Además la Escuela de
Periodistas Deportivos de La Plata lleva en su honor el nombre “Diego Lucero”.
En la
actualidad no abundan los periodistas que se destaquen por haber impuesto su forma
y estilo de escribir. A eso que muchos llaman “periodismo para pocos”. Esa
manera independiente de llevar a cabo un papel digno y convertir los sueños en
realidad. Nuestro colega uruguayo logró convertirse en una leyenda por viajar
alrededor del mundo y por su impronta a la hora de trabajar. El sacrificio y el
amor por los medios lo llevaron a ser un periodista con todas las letras. Su
tremenda carrera seguro dejará enseñanza y será un fuerte ejemplo de cómo debe
desempeñarse un profesional en su puesto. Es mi deseo que un medio tan
complicado como éste logre absorber los valores y conceptos que han dejado los
grandes de la comunicación. Desde este humilde espacio, un simple
reconocimiento y homenaje para el gran Diego Lucero.
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