martes, 16 de julio de 2013

El "Maracanazo" histórico de la garra charrúa

En la Copa del Mundo de 1950 la Selección Uruguaya de Fútbol consiguió uno de los títulos más importantes de la historia. Brasil fue la víctima y el estadio Maracaná de Río de Janeiro, el testigo cómplice, de lo que presenciaron unas 200 mil almas presentes del país anfitrión. Aquel partido sin duda quedó en la historia de los charrúas por el rutilante logro pero también será imposible para los cariocas borrar aquella enorme desilusión de su cabeza. Contra todo tipo de pronóstico, el 16 de julio se produjo el histórico “Maracanazo”.

La película “Los de afuera son de palo” se hizo básicamente con comentarios de ex jugadores, periodistas, el fotógrafo Alfredo Testoni y el músico Jaime Roos. Relata todo lo vivido en el éxito uruguayo durante ese campeonato. Ésta frase fue inmortalizada por el respetado líder y capitán de aquél equipo, Obdulio Varela, en el túnel que unía el vestuario con el campo de juego. Por ese motivo la película lleva el nombre de las palabras exactas que utilizó el “Negro Jefe” segundos antes del pitazo inicial. Así lo apodaban al mediocampista charrúa, múltiple campeón en su país con Peñarol, dueño de una personalidad extremadamente fuerte.

Brasil venía invicto con puntaje ideal de 4 unidades, ya que las victorias por aquella época valían 2 puntos. Le había propiciado una verdadera paliza tanto a Suecia (7 a 1) como a España (6 a 1). Uruguay por su parte, venía de empatar 2 a 2 con España y derrotar a los suecos por 3 a 2. Pero los orientales ya conocían el juego del equipo que dirigía Flávio Costa. Lo habían enfrentado dos meses antes por la Copa Río Branco en dos ocasiones. Además cabe destacar que la selección uruguaya tenía en sus vitrinas una Copa del Mundo y 8 Copas América ganadas. Brasil no era todavía esa potencia mundial que supo ser después, solo tenía 3 Copas de América y no poseía ningún campeonato mundial. En fin, con un empate, el local se consagraba campeón.

El título ya estaba consumado prácticamente para todos. La masiva movida del merchandising era tal, que el día previo al partido final, muchos productos e ideas ya habían sido lanzados. Desde remeras con la inscripción del campeón, hasta la tapa de los principales diarios, pasando por una marcha nueva triunfal y monedas oficiales con la cara de los jugadores brasileros. Incluso el francés Jules Rimet, presidente de la FIFA y a quién han honrado poniendo su nombre a la Copa del Mundo, confesó tener un discurso programado en portugués para felicitar tanto al plantel como a todo el pueblo de Brasil por el trofeo.

El Maracaná. explotado de gente, recibió al conjunto visitante dirigido por Juan López Fontana con una lluvia de chiflidos y abucheos. En cambio la alegría y la ovación para los futbolistas vestidos completamente de blanco, les brindaba un marco inmejorable. No fue casualidad que aquella sería la última ocasión en donde los jugadores cariocas utilicen el color blanco. La realidad es que Uruguay no tenía nada que perder, y toda la presión recaía en Brasil. El primer tiempo fue parejo y ninguno logró sacar ventajas. Brasil presionaba mucho y buscaba incesantemente el gol porque los fanáticos exigían otra goleada más. Pero tampoco podían desesperarse, empatando eran campeones del mundo por primera vez en su historia.


Al inicio del complemento (dos minutos nomás) el delantero Friaca abrió el marcador y la fiesta total se desató. Parecía que la cancha iba a venirse abajo. Los ensordecedores fuegos artificiales aparecían en el cielo. Mientras tanto Obdulio Varela protestaba arduamente contra el juez de línea y el árbitro por un supuesto offside. Tan molesto e insoportable fue que tuvieron que traer un traductor para que el juez inglés, George Reader, pudiera dialogar con el desaforado capitán. Así logró enfriar el encuentro durante varios minutos.


Una vez reanudado el juego, en el minuto 21 del segundo tiempo, llegó el empate de la mano del delantero Juan Alberto Schiaffino. La euforia local se redujo pero todavía no les alcanzaba a los orientales. Hasta que a 10 minutos del final y tras una exquisita jugada colectiva, el delantero Alcides Ghiggia definió a quemarropa ante un esfuerzo inútil del arquero brasilero Moacir Barbosa. El 2-1 petrificó a todo el público presente. El silencio y el llanto desbordaron a una ciudad entera. Se trataba de la desilusión deportiva más grande en la historia brasilera. Fue tanta la desazón que se convirtió en el primer y único Mundial en la historia que no tuvo ceremonia para entregar la Copa. Las consecuencias más graves se vieron semanas más adelante del fracaso. Cientos de hinchas de Brasil se suicidaron. La vergüenza y la humillación eran intolerables. El entrenador Flávio Costa sufrió por varios días amenazas de muerte de los seguidores que antes lo ponderaban.

Uruguay hizo reflotar la denominada “Garra Charrúa” que había surgido luego del Campeonato Sudamericano de 1935 en Lima, con un equipo de veteranos sobrevivientes del primer Mundial. Esa garra no hubiera sido suficiente para el golpe del “Maracanazo” sin la calidad que también poseía ese equipo. Grandes figuras como Aníbal Paz, Alcides Ghaggia, Juan Alberto Schiaffino, Eusebio Tejera y Julio Pérez que sorprendieron con su performance. Las declaraciones de los jugadores que integraron ese plantel coinciden todas con la unión espiritual del grupo y una entrega descomunal de los que pisaron el verde césped. Pero creo que las palabras de Jaime Roos definen mejor este suceso como: “Un título de nobleza y un ejemplo a seguir”.

Video - El "Maracanazo" - Copa del Mundo 1950 Brasil - Brasil 1 vs 2 Uruguay: http://www.youtube.com/watch?v=7keEYLUYqOs

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