sábado, 13 de julio de 2013

Tommie Smith: Un saludo a la igualdad

Tommie Smith nació el 6 de julio de 1944 en Clarksville, Texas (Estados Unidos). Se crió con una familia numerosa (12 hermanos), dentro de una casa precaria pero de impronta muy trabajadora. Su carrera como deportista fue sin duda extraordinaria pero debió luchar mucho fuera de la pista, a lo largo de toda su vida, para conseguir tanto el respeto propio como la igualdad de derechos humanos y civiles de la raza negra. Su afán de ayudar y proteger los valores del ser humano se inició desde muy joven, ya que en la universidad se unió al OPHR (Olympic Proyect for Human Resources). Ese programa le quitaba una cantidad de tiempo importante pero lo necesitaba para sentirse lleno por dentro. Sin embargo, Tommie tenía como meta competir en el más alto nivel del atletismo y su talento nato sumado a su incansable esfuerzo lo llevarían rápidamente al profesionalismo en las pruebas de velocidad.


Lo apodaban “Jet” por su facilidad para despegar en los últimos metros de la carrera con una zancada poderosa, pero que a su vez llevaba con clase. Era dueño de un físico privilegiado: robusto y alto pero también ligero. Cuando corría demostraba una tremenda potencia de piernas acompañada con la fuerza de sus brazos. Siempre mantuvo su humildad y el respeto sobre todo en los momentos de mayor adversidad. Inclusive a minutos de competir solía declarar: “Si gano soy americano, no afro americano”. Con ello Tommie recalcaba la igualdad de derechos humanos para todos y sobre todo apoyaba a la raza negra que era tan discriminada por aquellos años en los Estados Unidos.

En los Juegos Olímpicos de México 1968 Smith obtuvo la medalla de oro en los 200 metros lisos con una marca de 19,83 segundos. No solo fue el récord del mundo durante muchos años sino que también fue el primer corredor en bajar esa marca de la barrera de los 20 segundos. A 15 metros de la llegada abrió sus brazos en cruz y miró el cielo, colmado de felicidad por su victoria. Tal gesto le hizo perder tiempo, que podría haber sido mayor aún, pero multiplicó el valor simbólico de semejante hazaña.


En la entrega de premios junto a su compatriota John Carlos (medalla de bronce) agachó la cabeza y levantó el puño en alto con un guante negro, mientras sonaba de fondo el himno norteamericano. Esto simbolizaba el movimiento del “Black Power” y era una forma protestar a las tensiones raciales que había en Estados Unidos. Aquél "poder negro" había nacido a fines de los 60 para remarcar el origen africano de la raza negra y defender su libertad. Como si fuera poco, subieron al podio en medias sin calzado, con unos calcetines cortos. En otra muestra ejemplar, estaban tratando de apoyar la pobreza y mandar un mensaje reflexivo para todo el mundo. Una vez finalizado el evento, ambos fueron expulsados de por vida del equipo nacional y debieron abandonar la villa olímpica al día siguiente. Cuando volvieron a su país los trataron como delincuentes, el "Jet" perdió su puesto de lava coches y durante muchos años no pudieron conseguir trabajo. Recibieron amenazas de muerte e inclusive la mujer de su compañero se suicidó en 1977. El "Jet" también se terminó divorciando, y sufrió grandes represalias económicas y sociales.

Tras el episodio de México, en 1969, el velocista afro americano jugó al fútbol americano. Se desempeño en los Cincinnati Bengals, de la NFL, en el puesto de “wide receiver” (receptor abierto). Solo jugó dos partidos y en el segundo hizo una recepción de 41 metros donde se lesionó. Su carrera deportiva puso un punto final aquella temporada.

Todos sus logros deportivos y sus ganancias financieras de a poco fueron esfumándose así como su posibilidad de conseguir trabajo en su país. Pero a medida que la discriminación hacia la raza negra prosperó y las tensiones raciales se desvanecieron en Norteamérica, comenzó a recuperar lentamente su prestigio y honor perdido (mejor dicho robado). Su trayectoria finalmente comenzaba a ser elogiada con premios y homenajes.


En 1978 lo seleccionaron en el “National Track and Field Hall of Fame” (salón de la fama para deportistas) de los Estados Unidos. Ya en 2008 viajó a Madrid, donde recibió el premio del diario deportivo AS a los valores universales del deporte. Ése mismo año en el festival de cine de Sydney, el productor y director Matt Norman presentó un documental sobre la protesta de 1968, en homenaje al episodio vivido en los juegos olímpicos. La película “Salute” se encargó de plasmar la vida de tres grandes personas luchadoras, por encima de tremendos deportistas. Dos de ellos negros, uno blanco. El tercero es ni más ni menos que su tío, Peter Norman, quien integró el podio en México tras haber logrado la medalla plateada. Los historiadores de la época ocultaron tal gesto y sobre todo su país, Australia, lo consideró un traidor. Norman había sido el primero de los tres en portar la insignia por los derechos humanos como proyecto olímpico. Posteriormente, a pesar de tener tiempos excelentes el Comité Olímpico Australiano no lo dejo volver a competir. A raíz de ello, Peter tendría problemas con el alcoholismo. Así es como Matt decidió contar la verdadera historia sobre la nobleza de su tío al participar y apoyar a sus rivales en la pista.

Lamentablemente en 2010, el “Jet” subastó la medalla que consiguió en las Olimpiadas y también las zapatillas con las que corrió, por problemas de dinero que acarreaba durante su incontenible situación económica. Actualmente en la puerta de la Universidad San José State hay una estatua en honor a la labor de Tommie Smith y John Carlos por la igualdad y los derechos humanos. Hoy en día, Tommie vive en Georgia. Allí tiene un gimnasio, donde entrena chicos para competir en atletismo. Además sale a correr al parque central que tantas veces fue lugar de reunión para el Ku Klux Klan, donde antes los negros eran perseguidos y discriminados.


Por su parte, Peter Norman falleció en 2006 por un ataque al corazón, y no pudo vivir para ver la película que su sobrino creó en su honor al año siguiente. Tanto Smith como Carlos estuvieron presentes en su funeral y no pudieron evitar emocionarse. La amistad que habían forjado con el australiano era tan fuerte que se comunicaban muy seguido, a pesar de estar alejados entre un continente y otro. En la actualidad los tres ex competidores son considerados leyendas de la historia olímpica. El sufrimiento de la raza negra pudo culminar entre otras razones, gracias a los actos de honorables personalidades como ellos, que intentaron dar un mensaje solidario a través de su participación deportiva. El 16 de octubre de 1968 quedará en el recuerdo por el saludo a la igualdad que Tommie Smith le propició al mundo entero.

Video - Final de 200 metros y entrega de premios JJOO México 1968:
http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=ocu-llaGEnY 

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