martes, 16 de julio de 2013

La tragedia de Heysel, el fútbol a un costado

El 29 de mayo de 1985 Liverpool de Inglaterra y Juventus de Italia disputaron la final de la Copa UEFA en la ciudad de Bruselas, Bélgica. El Estadio Heysel fue el escenario del evento y se encontraba colmado con 60 mil espectadores, casi dividido perfectamente a la mitad por cada equipo. El choque prometía y mucho, ya que se lo denominaba un duelo entre Inglaterra (que contaba con un poderío de sus clubes en la última década de competiciones europeas) e Italia (mitad del plantel campeón del Mundial de 1982 en España jugaba en Juventus).


El partido pasó a segundo plano, luego de lo horrible sucedido en las tribunas. Pero lo más insólito fue que la final se disputó a pesar de los desmanes de la gente, como si nada, tapando la muerte y el descontrol con fútbol. La hora del comienzo del encuentro debía ser a las 20. Una hora antes, la cancha ya estaba totalmente colmada. Durante el día los fanáticos del Liverpool habían destrozado bares y coches de la ciudad e incluso se reportaron casos de abusos sexuales. El clima no era el mejor.

Así fue que no tardaron en llegar una serie de incidentes en la “Zona Z” entre los simpatizantes de Turín y los “Hooligans” del club inglés. Los hinchas del Liverpool, totalmente alcoholizados, arrojaban piedras y botellas a los italianos. De a poco, casi sistemáticamente fueron arrinconando en esa tribuna a todos los “Tifosi”. Algunos enfrentamientos cara a cara se daban con navajas y fierros de por medio. Así los de Turín se vieron encerrados por los Hooligans, por la mismísima policía y por los vallados que cercaban el lugar además de los muros de cemento. Tras el amontonamiento de gente, se produjo el derrumbe de una pared.


Mujeres y niños en la escena sin poder escapar del desastre. La inacción de las fuerzas de seguridad fue tal que algunos espectadores lograron socorrer a sus pares dentro del campo de juego. Las ambulancias también se colocaron en el terreno pero su ayuda era inútil. Ya era tarde, la desgracia estaba consumada.

La tragedia dejó un saldo de 39 muertos y casi 600 heridos, la gran mayoría por asfixia y aplastación, producto de la avalancha en las gradas. Algunos cadáveres se ubicaron en un sector del estadio que era visible desde la tribuna. El mundo entero observaba por televisión el espanto.

Mientras todo esto ocurría los dirigentes europeos se reunían para tomar una decisión. Salvo el presidente de Juventus, Giampiero Boniperti, la mayoría quería continuar el partido “por razones de seguridad”. Ambos planteles (jugadores y cuerpo técnico) se negaban a comenzar a jugar después de semejante atrocidad. La UEFA no tuvo mejor idea que comenzar el partido, para evitar peores consecuencias y hechos violentos. Con una hora y 25 minutos de retraso inició el encuentro. En los 90 minutos de juego no se registraron incidentes de ningún tipo. Claro. ¿Qué más podría pasar?

A los 12 minutos de la segunda etapa el árbitro suizo André Diana sancionó un penal muy dudoso tras una barrida del defensor escocés Gary Gillespie al delantero polaco de la Juve, Zbigniew Boniek. El astro francés Michel Platini fue el encargado de convertir el tiro desde los 12 pasos y en un partido raro por donde se lo mire, selló el resultado final. Juventus, dirigido por Giovanni Trapattoni, era campeón de Europa.

Ni bien terminada la final, los organizadores dieron la orden de evacuar rápidamente a la hinchada del Liverpool. Los de la “vecchia signora”, en cambio, se quedaron en el estadio para festejar el título y el pasaje a la Copa Intercontinental. A pesar de ello, un par de horas atrás varios seguidores habían perdido la vida a su lado.

La FIFA sancionó al Liverpool con 6 años de prohibición para competir en cualquier certamen internacional, y a todos los equipos ingleses también, con 5 años. Los 14 “Hooligans” ingleses encontrados culpables, fueron encarcelados por el asesinato de las 39 víctimas. Pero su defensa alegó que había ocurrido homicidio involuntario, la pena se redujo y a los 3 años ya estaban en total libertad. La UEFA no absorbió culpa alguna de lo sucedido ni se hizo responsable de los fallecimientos. Las autoridades y organizadores belgas tampoco. Por 10 años Bélgica no recibió, como sede, ningún evento deportivo internacional importante. El estadio de Heysel por su parte, no volvió a ser el anfitrión de otro partido de fútbol. Solamente algunas competiciones de atletismo se llevaron a cabo durante años posteriores. Finalmente sería demolido, remodelado y con un nuevo nombre volvería a abrir sus puertas para funcionar en la actualidad como si nada hubiera ocurrido.


Fue una tragedia que quizás pudo evitarse y un partido que sin duda, nunca se debió haber jugado. A las claras entendemos lo que es el fútbol. Un negocio para algunos, una cuestión de vida o muerte para otros. Literalmente. Los intereses políticos o económicos quisieron tapar una verdadera tragedia dentro de un espectáculo deportivo. La insensatez de los poderosos y la falta de humanidad casi lo logran. Ojalá jamás hubiese ocurrido. Pero agradezcamos al menos que sucedió en una final europea, de nivel mediático masivo, y la televisión pudo mostrarnos la verdad. Esperemos que tanta sangre derramada al menos no haya sido en vano, que sirva como lección. Que sea una enseñanza para el futuro y para poder evitar desastres como el de Heysel en 1985.

Video - La tragedia de Heysel - Juventus vs Liverpool - Final Copa UEFA 1985: http://www.youtube.com/watch?v=BvD59oubDJY

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